domingo, 29 de enero de 2012

¿ X igual a Y?

     No me gusta utilizar el blog para expresar ideas controvertidas. El objetivo que ha tenido desde el principio es otro. Pero quien me conoce, echará de menos mi parte más reivindicativa  y más en el tema que hoy me ocupa; viendo el título del post, ya os lo podéis imaginar: igualdad de género. Para empezar diré que no soy feminista, que me parece horroroso este concepto de supremacía femenina, al igual que me lo parece el machismo. Aclarado este punto, vayamos por partes:
Los conceptos: Sexo y género.
    Sexo: condición orgánica, genética, órganos sexuales. Diferenciación fisiológica, XX, XY, que todos comprendemos. Hombre o mujer. Se asume en el momento de la concepción.
    Género: concepto más ambiental, social, evolutivo,  maneras, formas de ser, estereotipos que se le atribuyen al sexo: masculino o femenino. Es mucho más psicosocial y se va adquiriendo a medida que nos vamos desarrollando, aunque algunos autores explican que el sexo determina también una carga de género importante. Yo, particularmente, pienso que el género tiene una parte muy pequeña, casi inexistente de innatismo y que es mucho más ambiental, social, mental, si quereis.
Diferencias: Evidentemente, existente y son muy bien recibidas por esta servidora. No voy a defender la igualdad desde un punto de vista biológico. Tenemos diferentes órganos, diferentes distribuciones hormonales. Y está muy bien que sea así. Ahora bien, en lo que se refiere al género…  Está por una parte la carga filogenética: la evolución del homo sapiens trazó  en nuestros cerebros una huella, cuando el hombre y la mujer se hicieron monógamos al darse cuenta de que para el cuidado y éxito de la reproducción era mucho más efectivo, se desarrollaron roles bien diferentes y complementarios que fueron determinando el desarrollo cerebral. En algunos estudios se parte de esta premisa. Tenemos funciones cerebrales diferentes y los investigadores se empeñan en ver cómo se activan unas partes u otras del cerebro según nuestro sexo y concluyen con ideas como la mujer tiene más desarrollado el área de broca, encargada del lenguaje; el hombre se orienta mejor, pues la parte del cerebro encargada de este menester se activa mucho más… y así, infinidad de conclusiones basadas en los colorines que se marcan en los TAC de los participantes. Como intuís por el tono, yo tengo varias críticas que hacerles a estos estudios:
-    En 10.000 años de evolución nuestro cerebro debe haberse adaptado ya a los requerimientos ambientales en los que nuestra especie se ha visto envuelta. No digo que yo haya vestigios  filogenéticos, de hecho así es, el coxis, la apéndice, las muelas del juicio, lo son y no sirven para nada, están ahí contándonos que procedemos de aquellos ancestros pero bien podemos vivir sin ellas.
-    La carga genética que tenemos al nacer, crea evidencias fisiológicas, de acuerdo: Un hombre con más carga de testosterona tendrá más activación en un área  del cerebro donde se genere las funciones propias de esa hormona, está bien, pero no creo  yo que determinen su comportamiento de tal manera que no puedan controlar estos efectos y se pongan a marcar las esquinas con orina.  La evolución social, ambiental, educacional harán que, el cerebro active también otras áreas de control de los impulsos para no actuar como aquellos sapiens dado que los requerimientos ambientales han cambiado bastante.
-    ¿Cuántos participantes usan para estos estudios? ¿Son muestras representativas o están sesgadas? ¿Cuántos resultados tienen que ser positivos para refutar la hipótesis? Es decir, si estamos haciendo un  estudio de estas características habrá que ver el nivel educacional de los participantes, su edad, su profesión, su contexto para determinar si influye o no en los resultados.  Y por supuesto el número. Si hago un estudio con 50 mujeres y 50 hombres, y 20 mujeres contestan adecuadamente a mi hipótesis, ¿vale esto para afirmarla y puedo con estos resultados extrapolar los datos a toda la población de mujeres mundiales? En ningún documental  que haya visto a este respecto explican las muestras. No te dicen el número de participantes ni su condición; cualquiera que sepa un poco sobre el método científico sabrá que el muestro es parte fundamental del mismo  y que si no es bueno, no se garantiza el éxito científico. Pero nada, nosotros no nos paramos a pensar en estas cosas, vemos un documental de un estudio que se realizó en una universidad americana y te sale el genetista fulanito del tal, que tiene un nombre muy pomposo y suena a experto y la neuropsicóloga menganita que parece saber cantidad del asunto y el neurólogo citanito, que no veas que aspecto serio con su bata blanca, y hala, que han concluido que el hombre se orienta mejor y la mujer está más dotada para la expresión verbal, y nosotros, verdad universal, que lo dicen los científicos americanos que son la leche y  a estos no se les puede discutir y , venga, ya está , vamos con nuestra pareja en el coche y mira, le pasamos el mapa al hombre porque las mujeres no nos orientamos que lo han dicho en un estudio y es el cumpleaños de un amigo, y que felicítalo tú,  que a las mujeres se os dan mejor estas cosas y habláis mejor , que lo sé porque lo he visto en un documental.
-    ¿Qué objetivo tienen estos estudios, para qué se hacen? Demos por hecho que están bien realizados y son fiables, alguno habrá, muy bien, concluimos que las mujeres hablan mejor y los hombres saben usar mejor un mapa… estupendo… ¿y? Sí estamos intentando crear una sociedad más justa, un sociedad de igualdad de oportunidades lo único que conseguimos es que nos sigan clasificando de manera diferente. Que una empresa, por ejemplo, se base en estos estudios para determinar sus procesos de selección, buscando para un puesto de relaciones públicas a una mujer y a un hombre como repartidor, ya nos están estigmatizando, tanto a nosotras como ellos. Y digo yo, ¿no sería mejor  centrarnos  en las similitudes que tenemos hombres y mujeres dado el peso de estos estudios?
      Bien, yo no digo que no haya diferencias  entre hombres y mujeres, es más, afirmo que las hay pero no tantas como para determinar nuestra funciones, nuestros trabajos, nuestros roles sociales y nuestra propia vida. Es cierto que hay cierta disposición genética, filogenética  y biológica que en, determinadas ocasiones, puede influenciarnos según seamos hombre o mujer, pero son simples predisposiciones; una persona puede igualmente tener predisposición a una enfermedad y no desarrollarla nunca si su ambiente es el adecuado. Cuando nacemos, nuestros padres de una manera inconsciente nos tratarán de manera diferente según nuestro sexo, darán por hecho condiciones propias para un hombre y una mujer; desde los colores con los que nos visten, los juguetes que nos compran y las tareas que se nos atribuirán. Queramos o no, los estereotipos van a determinar sobre manera, más que ninguna otra cosa, el roll que va asociado a nuestro sexo. Muchos años de evidente concepción diferenciada de roles, de machismo, entendido de manera diferente o con carga diferente en cada núcleo familiar, cargarán a nuestra espalda un sinfín de prejuicios que llevaremos a cuestas, queramos o no, en nuestro proceso vital. Dependerá de nosotros y nuestro propio camino, ir librándonos de esta carga a medida que nos desarrollemos. Aunque cada carga es diferente y no a todo el mundo le pesa igual, pero existe y todos la tenemos. Sin embargo, el ser humano no es solamente ambiental y genético, también tenemos el peso de cosas que aún no hemos podido determinar bien, con tantos estudios e investigadores sobresalientes encargados de la materia, aún sabemos muy poco de aquello que nos hace propiamente humanos. Explicados todos los conceptos educacionales y genéticos, vemos diferencias individuales, en por ejemplo, estudios transversales de gemelos, misma educación, misma genética y dos personas distintas… el alma, la mente,  nos determinan más que ninguna otra cosa y no hemos dado con ella ni sabemos muy bien cómo explicarlo. Curiosamente, son más las diferencias individuales que las que nos aportan nuestro sexo y género.  Y paradójicamente, la igualdad empieza por respetar estas diferencias individuales. Que una mujer sea, como norma general, menos fuerte que hombre, no implica que ninguna mujer pueda desarrollar trabajos que supongan más carga física; habrá que ver su desarrollo muscular, su fuerza para determinar si puede o no puede. Digo yo que hay mujeres fuertes al igual que hombres enquencles. A la inversa, que una mujer sea delicada, para desarrollar trabajos de estética, no implica que todas puedan desarrollarlo adecuadamente o que no haya hombres mejor capacitados para tal fin. Aunque, en ambos casos,  tendrán que aguantar etiquetas por no cumplir con lo esperado para su género, dígase el mariquita y la marimacho; pero qué injustos somos, por dios! Esto sigue pasando en nuestra sociedad evolucionada y esto es lo que no puedo soportar. Que se dé por hecho que por ser mujer u hombre tengamos que ser de una determinada forma, se nos den mejor unas cosas que otras y es verdad que históricamente hemos salido perdiendo las mujeres pero los hombres también tienen su cruz de género a cuestas…
    Miro a mi alrededor, aquí y allá y persisten los roles tradicionales, disfrazados en algunos casos, de modernidad y con pequeños matices que los hacen menos llamativos, (me gustaría decir que yo respeto la vida de cada uno y la libertad de elegir lo que cada uno o una decide hacer con su vida, cada cual que busque la felicidad a su modo). No es que me parezca mal que las mujeres se queden en casa, para mí es un trabajo como otro cualquiera que respeto y admiro; es una elección.  No es que esté en contra de la distribución tradicional de roles, si les va bien así y son felices, estupendo. Lo que no me parece bien es que se dé por hecho que es mejor así, que no hay otra manera o que las demás maneras de hacer las cosas no sea la adecuada, no sea la propia, no sea la que tiene que ser. Me sorprende que muchos conocidos no sepan cocinar, no por no saber sino porque asumen que no es propio de ellos hacerlo; me sorprende que muchas sean las que se encarguen en exclusiva de los hijos, llevarlos al médico, ir a las reuniones del colegio, no porque lo hagan sino porque te dicen que los hombres no lo hacen igual porque los hijos son de las madres. Me sorprende que me lleguen comentando todavía que se han tenido que pasar el fin de semana limpiando la cocina porque a su pareja se le ocurrió hacer algo en la cocina y lo dejó todo manga por hombro, porque los hombres son un desastre. Y me sorprende sentirme un bicho raro la mayoría de las veces, que me cueste más encontrar a alguien que piense como yo y actúe como yo, que lo contrario. Y yo que me considero un mujer super normal y que he pensado siempre que la mayoría de la gente de mi generación pensarían como yo, resulta que me siento en muchas ocasiones diferente, que me callo muchas veces por no causar conflictos y que me veo a mí misma reflejada en los otros, como un ser equivocado en sus conceptos… y no os digo nada cuando hablo de temas más controvertidos como el sexo…. Ufff, entonces  y, seré sutil,  me siento como una cortesana… ¿Disimulan de cara al escaparate porque todavía les cuestas romper las cadenas sociales y los roles que se les asumen o realmente piensan y son así? ¿Soy yo la equivocada y es mejor asumir los estereotipos que se nos suponen para ser felices? ¿Hemos evolucionado algo o es todo una apariencia? ¿Hacia qué modelos educacionales nos estamos dirigiendo, cómo vamos a educar a nuestros hijos? Es verdad que quizás sea un poco exagerada, conozco gente también que piensa y siente como yo, pero son los menos y las menos.  Es curioso y me siento aliviada en parte, de que la mayoría de la veces en que me puedo expresar sin miedo a ser juzgada en exceso, que bueno, tampoco es que me importe ser juzgada demasiado, pero en fin, en las ocasiones en que más cómoda me siento, es precisamente hablando con mis amigos hombres. No voy a caer en enjuiciar a las mujeres de mi generación, estén o no en contra de esto, como digo, cada uno es libre de vivir y hacer su vida como quieran, sin embargo, me parece que  tal vez, y digo, tal vez, hayamos caído en el defecto de posicionarnos en una situación laboriosa pero cómoda… aún con las exigencias que la sociedad le supone a las mujeres, madres, trabajadoras, perfecta condición física (siempre depiladas, flacas, maquilladas, bien peinadas), debe ser más ventajoso asumir estos requerimientos que luchar todo el día en contra de los determinado y beneficiarnos de lo positivo del roll. El caso es que la mayoría de parejas que conozco que funcionan así, funcionan muy bien y son felices, o por lo menos, aparentemente. Ahora sí, cuando se crean corrillos de mujeres u hombres los escucha quejarse en direcciones opuestas, que si fulanito no hace nada, que si siempre tengo que ser yo la que esté pendiente de esto o de lo otro… que sí menganita quiere ir a comprar ropa y es un rollo, que sí tiene que estar todo ordenado en la casa y es una tiquismiquis… pero bueno, ¿en qué quedamos?  Una vez más usamos temas recurrentes de género para abrir conversación. Ay, lo que nos queda por andar todavía!!!  Sigue siendo peor ser desordenada en una mujer que un hombre, un hombre que no trabaje fuera de casa, sigue estando mal visto, un hombre sensible, que le guste el arte, la literatura, arreglarse, sigue siendo un afeminado o daremos por hecho que es gay, una mujer liberada sexualmente, sigue siendo una fresca; las mujeres seguimos sin cobrar igual que los hombres en los mismos puestos de trabajo, abandonamos los puestos a favor de la educación de nuestros hijos; los hombres siguen aguantándose para no llorar en público, se siguen haciendo campañas de discriminación positiva y paridad , porque sigue siendo noticia que una mujer llegue al gobierno, o liderar un multinacional; siguen entrevistando a hombres matrones  en los hospitales para que nos cuenten cómo es su trabajo eminentemente femenino…. En fin, a mí me molestan y me parecen tremendamente injustas estas cosas porque sigo pensando que una persona primero es persona, y después todo lo demás y creo que la igualdad de derechos y deberes ( por supuesto, para pedir derechos primero hay que asumir los deberes) debe ser fundamental en una sociedad que se considera evolucionada, la igualdad por ser personas no por ser hombre o mujer.


jueves, 19 de enero de 2012

Mi isla.

El mar y el olor a sal, la humedad que empapa mi piel al instante, me reciben con los brazos abiertos. Dejo atrás muchas cosas importantes y queridas para estremecerme con esta sensación de libertad que se ha hecho familiar y muy necesaria, ya, para mí.
    Aquí los días son más tenues, como más reposados; las templadas temperaturas siempre acompañan y acarician los pensamientos más pretenciosos que quizás, en otro lugar, no me atreviera a tener. La luz del sol te mece, te acuna, no te castiga abrasándote la piel; el viento llega con complacencia para recordar que en la península existe el invierno. Pero aquí no, la primavera siempre está presente, en esos amaneceres naranjas que dan la bienvenida a nuevos despertares e ilusiones, que guían al sol, entre el mar y el cielo desde mi ventana; En los anocheceres que arrullan con suavidad el manto negro salpicado de estrellas vigorosas, que desde aquí, parecen, en toda ocasión, estivales. Tardes con su luz alegre que invitan a pasear y que te hacen sentir una estúpida pérdida de tiempo si te quedas en casa, porque fuera te está esperando la eterna primavera.
    Aunque el mar parece ser lo más relevante cuando se vive en una isla rodeada por un océano salvaje, aquí el campo es abrumador, también marcado por el influjo de las olas y los vientos alisios, así como por las explosiones volcánicas enérgicas, de otros tiempos, que han esculpido y moldeado el entorno a su antojo. A medida que se asciende por los escarpados y áridos barrancos es sencillo imaginar tribus primitivas viviendo al amparo de los vientos, entre cuevas que hoy parecen furtivas y tenebrosas. Es sencillo entender, entre esas cimas peladas por el viento, el poder de la naturaleza abrumadora, el tremendo valor de los primeros pobladores de estas islas, que  sin el desarrollo que hoy tenemos, sobrevivieron con los regalos que esta tierra volcánica ofreció a sus primigenios habitantes. Entiendo también, que estos paisajes, salpicados de contrastes, han creado una impronta en el carácter de sus gentes, que hoy viven en laderas de barrancos y fértiles valles abonados por lavas longevas.
    Más allá de los marcados barrancos que aguantan el envite de los alisios, se abren las cumbres verdes y plagadas de vegetación autóctona vigiladas por un roque que juega con la niebla, tentando al paso del tiempo, en equilibrio casi forzado pero sin ceder a la gravedad, pues él es símbolo de la isla y oteador vigilante de las alturas que contempla bajo sus pies, los adornos de estas tierras y de las otras islas Atlánticas que se percibes desde allá arriba, disimuladas entre mares de nubes. El pino, esencia particular y con apellido propio, es fiel y educado anfitrión, aún cuando las nieves tiñen sus ramas con fríos y blancos copos, porque allí, el lo alto de la isla, si llega el invierno, como si quisiese sentir también otras estaciones y no se conformara con su eterna primavera. El olor a savia de árbol se mezcla en ocasiones, según sopla la brisa, con esa esencia salitre que le da un carácter especial que no existe en ningún otro sitio.
    Y siempre, desde cualquier carretera, otra vez el mar, implacable, amigo, enemigo en las tormentas y libre, libre como mi isla que me habla en cada uno de sus rincones una historia distinta, que me hace soñar con ser un pájaro para recorrer desde lo alto toda su orografía de pequeño continente y me hace sentir el orgullo de los nacidos en esta tierra de mar, volcán, vientos, papas, queso, sal y fuego y que me hacen quererla como mía cada día que su olor me impregna.