sábado, 4 de febrero de 2012

Tempestad.

El naufragio. Joseph Mallord William Turner. Extraído de Wikipedia.
   El viento gime y se queja empujando mis cristales, como enfadado por no poder entrar a mi morada. Descortés, intenta derrumbar los ventanales con puños invisibles. Soberbio e inclemente compañero en este día gris de crudo invierno.  Un pájaro, a lo lejos, entre oscuros nubarrones, equilibra su vuelo; luchando, intenta abrir sus alas. Parece agotado del esfuerzo; rendido y abrumado se derrota y planea compungido a favor del viento. El mar amenaza perdiendo la paciencia,  revuelto con olas gigantescas y a destiempo, queriendo adueñarse de la costa. Hoy parece que no se lleva bien con nadie, que la tierra  que aguanta sus envites, es enemiga peligrosa y se defiende, inexorable, salpicando su poder.  Escupe espuma blanca, dispuesto a no conformarse con los límites que la playa le ha cedido.  Teñido hoy su azul, de negro manto, oscuro y temible te exhorta  a no acercarte demasiado; es preferible no hacerle compañía y respetar su alma solitaria. Sólo se ve, en el horizonte, el tímido reflejo de un gran barco. Se acerca sigiloso hasta el puerto, pidiendo permiso en cada nudo. No quiere molestar a quien puede ser su verdugo y sin pausa, se aproxima a su destino dejando al mar libre de su estela que hoy le abruma. La lluvia ni siquiera se presenta, por no molestar al desatino, por no apaciguar las tempestades, por no cambiar los matices invernales… por no recibir regaño entrando al cuadro sin permiso, del viento y de las olas, protagonistas aliados de un cruel romanticismo. Y el frio, que se mete entre la carne, que se agarra fuerte al pensamiento, se acobarda entre las mantas que me envuelven en mi cómodo refugio.

1 comentario:

  1. Como todo lo que escribes,sabes que me encanta.Besitos, besitos, besitos.

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